El Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife acogerá el 12 de octubre el estreno europeo del musical "Celia: la vida y música de Celia Cruz", dirigido por Jaime Azpilicueta, que actualmente está en cartel en Broadway (Nueva York) desde septiembre. Entre el 12 y el 16 de octubre habrá dieciséis funciones en la capital tinerfeña, según explicó en rueda de prensa su alcalde, Miguel Zerolo, quien destacó que Celia Cruz estuvo muy ligada a la ciudad, en cuyo Carnaval protagonizó algunas de sus más importantes actuaciones, incluida una con 100.000 espectadores que se incluyó en el Libro Guiness de los Récords.
También destacó Zerolo que Tenerife fue en los años ochenta la puerta de entrada a Europa de la música latina y en particular de la salsa.
El presupuesto para estas actuaciones alcanza los 600.000 euros y en su financiación participan, junto al Ayuntamiento, el Gobierno de Canarias, el Cabildo de Tenerife y la entidad de ahorro CajaCanarias, si bien se espera involucrar a empresas privadas.
El director del musical, Jaime Azpilicueta, explicó que el espectáculo, con Xiomara Laugart en su papel protagonista, está teniendo un gran éxito en Nueva York, en donde se intercalan representaciones en inglés y en castellano.
En el espectáculo se aborda la vida de Celia Cruz a través de los recuerdos del que fuera su marido, Pedro Knight, e incluye 32 temas musicales de la cantante brasileña.
Azpilicueta indicó que la versión que se representará en Santa Cruz de Tenerife es el mismo montaje que se puede ver en Broadway, y no se trata de "una versión B", aunque se actualizará el guión para incluir más referencias a la vinculación de la artista con la ciudad, en la que cuenta con una calle dedicada.
Aún no se sabe el programa del resto de la gira europea del musical, aunque Azpilicueta reveló que en las negociaciones para el estreno en el continente también pujó otra ciudad española que no quiso revelar.
Tras las actuaciones en Europa, el musical iniciará una gira de dos años por Estados Unidos.
Ángel Llanos, primer teniente de alcalde de Santa Cruz, se desplazó en septiembre a Nueva York con motivo del estreno del musical para negociar su presencia en la ciudad, y detalló en la rueda de prensa que entre otras cuestiones se ha conseguido que el Ayuntamiento cuente con los derechos hasta el 30 de noviembre.
También aparecerá el Ayuntamiento como patrocinador en las representaciones que se lleven a cabo en el resto de España.
Las entradas para las dieciséis actuaciones previstas en Santa Cruz de Tenerife se pondrán a la venta a principios de mayo y costarán entre treinta y sesenta euros.
En el espectáculo "Celia: la vida y música de Celia Cruz", de dos horas y veinte minutos de duración, participan diez artistas, entre ellos Xiomara Laugart, que interpreta a la cantante cubana, y ha sido escrito por Carmen Rivera y Cándido Tirado, mientras que la coreografía es de María Torres y la dirección musical de Isidoro Infante.
Juanto a Xiomara Laugart estarán en el escenario Pedro Capó, Sunilda Caraballo, Grizel "Chachi" del Valle, Anissa Gathers, Modesto Lacén, Selenis Leyva, Sekou McMiller, Wilson Mendieta y Elvis Nolasco.
Según Louis Vuitton, que mostró en la pasarela de París el pasado mes de Marzo, este año se llevan los zapatos de tacón y hablan de una nueva y vertiginosa era, ya que son tacones de 16 centímetros. Y mi pregunta es.... Estaría Carmen Miranda adelantada a su tiempo?, ya que después de leer esto....
"Carmen Miranda en 1955, encaramada en plataformas de ¡20 CENTIMETROS!, cantaba: "Me gusta ser alta". Y eso que medía metro y medio."
Bueno tambien es cierto y lo pueden comprobar, que en la Venecia del siglo XVI las damas usaban plataformas que podían alcanzar medio metro y esto era sinónimo de modernidad. A lo anteriormente dicho hay truco.... ¡TENÍAN SIEMPRE A MANO UN PAR DE SIRVIENTES QUE LES ASISTIAN EN SUS DESPLAZAMIENTOS! jajajajaja
un zapato de Louis Vuitton con tacón de 16 centímetros.
Sus últimas imágenes con vida son patéticas. Año ?955. El show de Jimmy Durante, de la cadena NBC, mantiene pegados a la pantalla a millones de telespectado res la noche de los sábados. El 4 de agosto la invitada es Carmen Miranda. Como siempre, la Miranda vuelve a hacer de ella misma: zapatos de plataforma imposibles, kilos de bisutería, maquillaje a raudales y un enorme sombrero lleno de frutas tropicales. Tras chapurrear las bromas bobaliconas de la época con el pésimo acento inglés que le obligan a fingir, y a ritmo de samba, rumba o conga, se abraza a Durante y empiezan a dar torpemente vueltas. De pronto, se agarra el sombrero y pone los ojos en blanco. La música cesa. Le fallan las piernas y cae. "Me faltó el aire", dice ante la cámara con una sonrisa forzada.
Salvo el desmayo, el espectáculo ha sido prácticamente igual al primero que hizo en Broadway en ?940, cuando llegó a Estados Unidos. Quince años después, Carmen Miranda es una parodia de sí misma. Una autómata, un muñeco, un dibujo animado. Esa misma noche un infarto acaba con su vida en su casa de Beverly Hills. El show business acababa de devorar a otra de sus creaciones.
Ha pasado ya medio siglo desde aquello, pero el personaje que esta diminuta mujer —sin plataformas ni plátanos en la cabeza medía ?52 centímetros— creó en ?938 para el filme brasileño Banana da terra y que Hollywood y ella misma explotaron hasta la muerte, sigue presente en el imaginario popular. Ahora Brasil conmemora el 50 aniversario de su muerte con la exposición Carmen Miranda para siempre, con sus fotografías, vídeos, trajes, joyas, zapatos y accesorios, y con un alud de reediciones y recopilaciones discográficas, DVD y libros. The lady with the tutti-frutti hat (la señora con el sombrero tutti-frutti) regresa. O quizá nunca terminó de irse.
Adicciones. Pero fue mucho más que una cesta de frutas en la cabeza y unos tacones. Bajo la máscara sonriente se ocultaban su adicción a las anfetaminas y los barbitúricos o el trauma por no poder tener hijos. En el plano profesional, popularizó la samba en Brasil y el mundo entero, triunfó en la era dorada de Hollywood y se convirtió en la mujer que más dinero ganó en Estados Unidos durante ?946.
Bautizada en ?909 con el nombre de Maria do Carmo Miranda, la "brasileña más famosa del siglo XX" no nació en Brasil. Fue en un pueblo de 300 habitantes de la provincia de Beira-Alta, al norte de Portugal. Diez meses después llegaba con su madre a Río de Janeiro. En la entonces capital de Brasil —con un millón de habitantes y una frenética actividad comercial— surgían hoteles por todas partes, se abrían cafés y restaurantes con orquestas y los barcos no dejaban de descargar pianos llegados de Europa o Estados Unidos. Prostitutas, diplomáticos, altos funcionarios, intelectuales, comunistas de salón y gentes de mal vivir se reunían para beber champán y tomar cocaína en el céntrico barrio de Lapa. Precisamente donde se crió Carmen. El tango estaba de moda, pero no tardarían en llegar nuevos vientos.
El "idioma" de Brasil. Recién abolida la esclavitud en Brasil, la música negra estaba mal vista, un negro con una guitarra en la calle era sinónimo de vagabundo y susceptible de ir a la cárcel. Veinticinco años después, todo había cambiado. Gracias a la radio, a una gran generación de músicos y a la Miranda, la samba nacida en las favelas negras iba camino de convertirse en la música oficial del país. En ?929, Carmen debutaba en la radio y en enero de ?930 lanzaba dos discos. Pasó un mes, llegó el carnaval y se convirtió en la protagonista "marcando un antes y un después en la historia de la música popular brasileña. Gracias a ella la samba se convirtió en el idioma de Brasil", explica el periodista Ruy Castro, autor de una biografía de la artista.
El gobierno nacionalista de Getúlio Vargas, deseoso de hallar y ensalzar una identidad común, promulgó leyes en defensa de la cultura autóctona ante la invasión cultural estadounidense. Y la artista supo aprovecharse de ello, mientras se decía —sin fundamento, según los estudiosos de su vida— que era amante del presidente Vargas. Carmen Miranda se convierte en la primera famosa de Brasil. Es el momento de ir a Estados Unidos.
En ?939, el transatlántico Uruguay atraca en el puerto de Nueva York. Un nutrido grupo de periodistas la recibe. En el pésimo inglés que ha aprendido durante el viaje, sólo acierta a decir: "I say mónei, mónei, mónei. I say mónei, mónei, mónei and I say hot dog. I say yes, I say no. I say mens, mens, mens". Aquellas palabras, que sonaron tan simpáticas e inocentes, serían su condena. Broadway y Hollywood no le permitirían nunca más expresarse de otro modo. Tuvo que mantener un discurso y acentos parecidos durante los ?5 años que vivió en el país. A cambio, ya en su primer mes de shows en Broadway, fue portada de todas las revistas, recibió el apodo de La bomba brasileña y el New York Journal American decía de ella que "es el mayor evento en nuestra relación con América del Sur desde el canal de Panamá".
Durante el primer año hacía entre dos y tres shows diarios y ganaba 9.000 dólares al mes, una fortuna para la época. Para mantener su frenética actividad abrazó una fórmula común en aquellos días en Hollywood y Nueva York. La poción era una mezcla de Benzedrina, una anfetamina que usaba para mantenerse despierta, y de Seconal o Nembutal, barbitúricos usados para conciliar el sueño. Fue entonces cuando la poderosa Fox le ofreció un contrato irrenunciable, y la nueva estrella se instaló en Beverly Hills con su madre y parte de su familia.
Con esta productora rodó ?0 películas hasta ?946, fecha en la que se convirtió en la artista mejor pagada de Hollywood, por delante de Bob Hope, Cary Grant o Humphrey Bogart. En todos los filmes ejercerá de latinoamericana, según los cánones hollywoodienses, es decir, de una mujer nerviosa, apasionada, tonta, que sabe bailar, pero no habla bien inglés. Es la América Latina exótica, pobre y bárbara, pero very friendly (muy amistosa) y sumisa al hermano norteamericano, puesta de moda por la Meca del cine en un momento en el que Estados Unidos vive preocupado por la Segunda Guerra Mundial.
En apenas cinco años se hizo un hueco entre la aristocracia de Hollywood. Montó con John Wayne y Clark Gable una compañía petrolera en Texas, conoció a Howard Hughes, Groucho Marx y Ava Gardner. Un joven Vinicius de Moraes (quien más tarde sería un famoso poeta y compositor brasileño), que trabajaba en el consulado brasileño en Los Ángeles, visitaba su mansión en Beverly Hills. Pero su vida personal se encaminaba al desastre. Según la biografía de Ruy Castro, entre ?94? y ?944 pasó hasta cuatro veces por el quirófano. La primera para someterse a un aborto —Hollywood no aceptaba madres solteras y nunca se ha sabido quién era el candidato a padre— y las tres siguientes para cambiar la fisonomía de una nariz que odiaba (detestaba también, por grandes, sus pechos, pero los sujetadores reductores le ahorraron la cirugía). Tras varios romances, se casó con el productor de segunda fila David Sebastian, sobre el que pesaban sospechas de maltrato y al que la familia de Carmen nunca aceptó.
Según los biógrafos, el matrimonio fue un desastre, pero ella, católica convencida, nunca aceptó divorciarse. Su adicción a las anfetaminas y los barbitúricos era cada vez mayor y profesionalmente seguía encasillada y obligada a llevar una cesta de frutas en la cabeza. Una vez le preguntaron por qué seguía y ella respondió: "Bananas is my business" (los plátanos son mi negocio), frase que daría título, en ?994, a un docudrama sobre su vida realizado por la brasileña Helena Solberg.
Harta del encasillamiento, en ?946 compra a la Fox su contrato por 75.000 dólares y rueda Copacabana, con Groucho Marx. La película fue un fracaso. Mientras, en Brasil le acusan de haber olvidado hablar portugués y la samba. Perdida en su personaje, con cientos de imitadores parodiándola en televisión y deprimida, sufre varias crisis nerviosas. En ?953 regresa a Río. Gorda, con la piel y los ojos apagados, es la imagen de la devastación. En la capital brasileña será aislada en un hotel para recibir hasta cinco sesiones de electrochoque (tratamiento contra los trastornos psiquiátricos común en la época): dos chapas metálicas en la frente húmeda, tres enfermeros sujetándola y ?00 voltios de descarga que la dejan sin memoria y confundida durante meses.
Aún tuvo fuerzas para volver, el ? de abril de ?955, a trabajar en Hollywood. Aguantaría unos meses. La mañana del 5 de agosto, tras el desvanecimiento de la noche anterior en el show de Jimmy Durante, su empleada doméstica la encontraba muerta y "aferrada a un espejo de mano" en su mansión de Beverly Hills.
La Fox, dueña de la mayor parte de la filmografía de Carmen Miranda, cobra todavía hoy 8.000 dólares por cada minuto de película de la artista que es utilizada. Tras morir en 1955 sin hacer testamento, su marido, Dave Sebastian, se quedó con las mansiones de Beverly Hills, Palm Springs, los pozos de petróleo que tenía con John Wayne y Cary Grant, acciones y dinero en metálico.
us propiedades en Brasil, sus vestidos y joyas –que hoy adornan el pequeño Museo Carmen Miranda, en Río de Janeiro– fueron a parar a la familia de la artista.
La poderosa United Fruit Company copió su imagen –por la que no pagó ni un dólar– en 1940 y creó la marca “Chiquita Banana” para promocionar el consumo de plátanos entre los estadounidenses.
Nadie se preocupó de los derechos de imagen de Carmen Miranda hasta que hace una década los descendientes de “La bomba brasileña” contrataron a la CMGI Worldwide, compañía estadounidense con sede en Brasil. Esta empresa gestiona los derechos de personajes como Marilyn Monroe o James Dean.